Para los desafíos futuros de la relación entre recursos humanos y tecnología, paradójicamente podemos encontrar claves en un clásico del Management: Kaizen.

Hace poco asistimos a una conferencia sobre “Management Japonés” organizada por la Cámara Argentina de Comercio y la Embajada de Japón.

El encuentro contó con la participación del Embajador de Japón, directivos de las empresas Toyota y Honda, de la Agencia Internacional de Cooperación Japonesa Jica y del INTI. 

Realmente podemos decir que el Management Japonés es una gestión basada en la sinceridad y la humildad, buscando los más altos estándares del trabajo humano. 

Existe un compromiso que va mucho más allá de entretener con una linda presentación, palabras grandilocuentes, música y colores: es la búsqueda de lo esencial en el trabajo.

Tener vocación por descubrir en cada detalle qué es lo que se puede mejorar, y valorar y respetar a cada persona con su aporte. Cada persona que trabaja en la empresa puede contribuir a la solución global.

En Japón es valorado el conocimiento, independientemente del talento.

Y poder desarrollarlo y compartirlo es aún más importante: cooperación técnica. 

El método Kaizen consiste en mejorar estructuralmente los sistemas de trabajo de las empresas.

Y cuando decimos “los sistemas” no es en referencia a lo electrónico, exclusivamente, sino a los procesos de trabajo en sí, lo que hace que muchas personas se puedan adaptar, evolucionar y ser mejores en el ámbito laboral.

Kaizen es un modo de abordaje superador y tan efectivo que está funcionando en diferentes países alrededor del mundo.

Es una herramienta que impacta directamente en la productividad, logrando que muchas personas y países puedan superar la línea de pobreza, contribuyendo claramente al aumento del PBI. 

Actualmente en Occidente, la visión cultural del trabajo está siendo cada vez más transaccional: importa lo que va sucediendo en el día a día, tomando las decisiones de acuerdo a cómo se van presentando los eventos en los entornos macroeconómicos donde se desempeñan las actividades. 

La propuesta del Kaizen es estar muy atentos a las variables que uno puede controlar (también micromanagement), es decir a todo aquello que hacemos jornada tras jornada, y al contexto:

Así como la industria aeronáutica revisa sus accidentes detectando si hubo fallas humanas, de los sistemas o de entrenamiento con el propósito de poder determinar cuál fue la causa raíz que los originó, con esta misma convicción deberíamos poder trabajar todos los días, no sólo en los procesos productivos de fabricación, sino también en la administración.

Preguntarnos: ¿Tenemos un sistema de calidad? ¿Para qué hacemos lo que hacemos? ¿Lo hacemos para poder exportar? ¿Lo hacemos con una vocación comercial? ¿O verdaderamente lo hacemos porque queremos ser mejores? 

Pero mejorar trasciende el “aquí y ahora”. Es mucho más que management, es una filosofía de vida.

Siguiendo esta línea de pensamiento, ¿nos animamos a escribir las no conformidades cuando vemos defectos en un proceso, en un procedimiento, en una operación?

¿Nos preguntamos cómo nos entrega el trabajo nuestro proveedor interno o cómo nosotros le pasamos las cosas?

¿Generamos el espacio para que nuestro cliente interno pueda hablar libremente y expresar una no conformidad cuando recibe un trabajo de parte nuestra que podría implicar oportunidades de mejora? 

¿Estamos dispuestos a tener la humildad suficiente para poder aceptar las críticas constructivas y ser mejores? Esa es la cuestión de fondo. 

Tener la sensibilidad para poder generar un proceso útil, tanto para nuestro cliente interno como para nuestra gestión en general.

 

Por Leonardo Rosso – Director Gaudens – leorosso@gaudens.net

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